miércoles, 9 de septiembre de 2009

La violencia sexual persiste en RDC, advierte Unicef.


Pese a que la guerra terminó en 2003, las violaciones de niñas y mujeres en el Congo no ha cesado. La ‘Casa de la Alegría’ intenta ayudar a las víctimas y reconstruir el tejido social.
La Directora Ejecutiva de UNICEF, Ann M. Veneman, se reunió con varias víctimas de actos de violencia y violaciones sexuales en las provincias orientales de la República Democrática del Congo, entre ellas una niña de 15 años de edad a quien había conocido en 2006, durante su primera visita a este país africano asolado por la pobreza y los conflictos armados.
"En 2006 conocí a una niña de 12 años que había sido brutalmente agredida y violada por cuatro hombres", dijo Veneman. "La historia de esa niña es algo que he recordado con frecuencia. Tres años más tarde, he vuelto a encontrarme con ella, que continúa padeciendo dolores físicos constantes. Y además, me partió el corazón ver la angustia psicológica que se refleja en sus ojos".
La niña no puede ir a la escuela y carece de medios para recibir atención médica. Recibe cuidados de las mujeres de su comunidad, que le brindan cobijo pero que a veces no tienen suficiente para darle de comer.
"Hace tres años me dijo que cuando fuera grande quería ser monja", recordó Veneman. "Hoy, cuando le pregunté sobre sus planes, me dijo que su meta seguía siendo la misma, lo que resulta muy significativo".
Veneman también visitó el hospital Panzi, que se especializa en el tratamiento de las víctimas de la violencia sexual y que recibe apoyo de UNICEF. Acompañada por el Dr. Denis Mukwege, fundador y director del centro, Veneman se reunió con las pacientes y el personal de ese centro, donde no sólo se brinda atención médica de urgencia que salva la vida de muchas personas sino que también se da refugio a un gran número de víctimas de violación y tortura.
Entre las mujeres con las que se reunió la Directora Ejecutiva de UNICEF se encontraba una joven llamada Mapensa, que significa "amor" en swahili. La desesperación y vergüenza que sufre Mapensa por haber sido víctima de la violencia sexual le impide vivir una existencia acorde con la belleza de su nombre.
"Esa joven me dijo que hace un año fue violada repetidamente", señaló Veneman. "Lo que me causó una impresión aún mayor fue que me contara que después de que la violó un primer soldado, el siguiente sacó un pañuelo del bolsillo, la limpió y luego la violó. Eso sucedió en repetidas ocasiones".
Pese a que Mapensa se recuperó físicamente, sus lesiones emocionales nunca cicatrizaron. En junio de 2009, los soldados regresaron a su aldea. La joven agregó, sin poder contener su llanto, que entonces fue violada nuevamente.
"Haber sufrido esas atrocidades en dos ocasiones es de por sí espantoso", añadió Veneman. "Pero lo que me contó después me rompió el corazón. Es que su marido la repudió, diciéndole que no podía permanecer con ella porque había sido violada tantas veces".
Mukwege atendió y cuidó a Mapensa. "Ahora estás a salvo, nosotros te cuidaremos", le dijo. "No te sientas avergonzada. Trataron de destruirte pero no lo lograron. Quienes deben avergonzarse son ellos".
La guerra del Congo comenzó en 1988 y ha dejado un saldo de unos cinco millones de muertos. Aunque la guerra finalizó oficialmente en 2003, los episodios de violencia y violación sexual persisten en esta región azotada por el conflicto armado.
"La violencia sexual hace sentir sus efectos hasta en la nueva generación", explicó Veneman.
"Estos niños, niñas y mujeres deben valerse por sí mismos ya que sus familias y sus comunidades les han abandonado. Resulta imprescindible lograr que haya seguridad en esta región para que esas mujeres puedan trabajar y mantener a sus familias".
Esas esperanzas podrían hacerse realidad gracias, en parte, a la labor de Ciudad de la Alegría, un programa conjunto de UNICEF, el hospital Panzi y Día V, un movimiento mundial para poner fin a la violencia contra las niñas y las mujeres.
Ciudad de la Alegría brinda apoyo a las víctimas de violaciones ofreciendo refugio a las que no pueden regresar a sus familias o comunidades. Las mujeres protegidas por Ciudad de la Alegría obtienen servicios de salud, educación y la oportunidad de generar ingresos.
Fuente: Corresponsal de Paz.

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