Autor: Javier Tolcachier
Fuente: Pressenza
Cuando alguien menciona la No Violencia, de inmediato suele aparecer
la imagen del “Alma grande” de la India, Mahatma Gandhi, asociada al
proceso independentista de aquel país del colonialismo británico. Su
conmoción ante la injusticia lo había llevado ya tiempo atrás a luchar
en Sudáfrica contra la discriminación de sus connacionales emigrados.
Fuente de inspiración para Gandhi fueron las ideas anarco pacifistas de
Tolstoi, el “Ensayo sobre la desobediencia Civil” de Henry David Thoreau
y el Baghavad Gita, texto sagrado del hinduismo.
Aún en esa afortunada conjugación multicultural y en la posterior
implementación del principio de Ahimsa que llevó adelante, resonaban sin
duda poderosas fuerzas históricas. ¿Cómo no mencionar a Mahavira y al
jainismo, el cual ya, unos veinticinco siglos antes, se había opuesto al
sistema de castas, a toda forma de violencia y a la rigidez de cultos
que no apuntaban al desarrollo humano? ¿Cómo no mencionar la compasión
hacia todos los seres sintientes que emergió como componente principal
en la variante mahayana del budismo, al ampliar la doctrina de
Siddhartha Gautama su base cultural y su práctica pública?
Tolstoi, a su vez, que había presenciado el indecible sufrimiento de la Guerra de Crimea y también había leído con entusiasmo a
Thoreau, desarrolla la idea de “no resistencia” en base a su
interpretación de la doctrina cristiana plasmada en el texto “El Reino
de Dios está en vosotros”. Al mismo tiempo critica a la iglesia y a su
imbricación en las instituciones del Estado.
Thoreau, por su parte, había sido encarcelado en 1846 por negarse a
pagar impuestos en oposición a la guerra contra México y a la esclavitud
vigente en los Estados Unidos. Sin duda que este singular escritor
conectaba con aquella tradición de rebeldía fiscal presente en el inicio
mismo de la independencia norteamericana y colocaba importantes bases
conceptuales que servirían a los potentes movimientos de derechos
civiles que lo sucedieron. Así, la historia de la no violencia activa
registra un fuerte impulso en aquel lugar. Luego de haber logrado la
abolición de la esclavitud, se produjo el avance de los derechos de la
mujer (incluido el derecho a votar y ser elegida), para encarnar
entonces en la figura imponente de aquel reverendo que condujo una
imborrable rebelión contra la segregación racial de los negros,
inspirada en el amor y la empatía. El “yo tengo un sueño” de Martin
Luther King, aquel gigante de los derechos civiles, continuó resonando
con fuerza en las marchas, mítines, tomas y manifestaciones del
movimiento antibelicista que ayudó a acabar con la guerra en Vietnam. ¿Y
cómo podríamos no ver las huellas de todo aquello en las sonrisas
brillantes, en el mordaz desparpajo, en la colorida ironía de los
ocupantes de Wall Street? De este modo, el mal modelo de hiperviolencia
que pone en el mundo un Estado norteamericano dominado por intereses
corporativos ajenos a las grandes mayorías, encuentra una contracara
positiva en su gente más valiente, en el saludable potencial de sus
movimientos no violentos.
La lucha no violenta se ha alimentado en esencia del clamor de
justicia y de la validez moral de su acción frente a la opresión,
caracterizada a su vez por ejecutar la violencia en sus más variados
formatos. De este modo, las estructuras de explotación, exclusión o
discriminación han siempre intentado imponer su carácter violento por
medios homogéneos con éste. Dicha actitud nefasta comienza siempre por
la cosificación y la minusvaloración de lo humano en los demás y termina
en la destrucción.
La No Violencia activa ha incorporado a lo largo de la Historia, las
más diversas y creativas formas. El panfleto, la poesía, la pintura, la
canción, la sátira han acompañado siempre al reclamo hecho marcha,
ocupación pacífica, boicot o huelga. La valentía ocupó siempre un
espacio preponderante en ella, exponiendo sus actores en muchos casos la
propia integridad, como en el enfrentamiento físico ante las armas, la
cárcel, el exilio o la huelga de hambre.
El ser humano avanzó en la conquista de derechos mediante la No
Violencia activa. Millones de personas lograron mejoras sustanciales en
sus condiciones de vida, gracias a su sentido de organización, merced a
la decidida protesta y la huelga.
La huelga – en tanto forma de lucha – no es en absoluto un invento
moderno, sino que encuentra su antecesora directa en la Seccesio plebis
romana. La secesión de los plebeyos consistía en una concentración del
pueblo no aristocrático en las afueras de Roma, abandonando las tareas
comerciales o agrícolas, paralizando la urbe y hasta amenazando con
fundar una comunidad independiente. Con estas acciones los plebeyos
fueron consiguiendo igualar progresivamente sus derechos como ciudadanos
romanos a aquellos reservados a los patricios. La secesión de 287 a. C.
(o secesión aventina), logró por ejemplo, nombrar tribunos plebeyos que
podían vetar las leyes del Senado. A partir de allí, quedó instalado el
plebis scitum (voto o decisión de la plebe) que sería incorporado de
allí en más en el derecho romano y trasladado centurias más tarde al
mecanismo de consulta a la voluntad popular conocido en la actualidad.
No sólo ha habido huelgas de brazos caídos, también las hubo de
piernas cruzadas. Ya en la Grecia Antigua, Aristófanes mostraba su
talante antimilitarista en una de sus comedias. En ella, Lisístrata,
quien daba nombre a la obra, proponía a las mujeres negarse a mantener
relaciones sexuales con sus maridos como parte de su estrategia para
alcanzar la paz y dar fin a la Guerra del Peloponeso.
En 2003, Leymah Gbowee – posteriormente presidenta de Liberia y
laureada con el Nobel de la Paz – y la asociación Women of Liberia Mass
Action for Peace organizaron acciones que incluían la huelga sexual.
Como resultado de aquella rebelión, las mujeres fueron capaces de lograr
la paz luego de los 14 años de la Segunda guerra civil liberiana.
La No Violencia activa ha sido la metodología no sólo en la
consecución de derechos cívicos y sociales, sino también una herramienta
decisiva en el logro de la autonomía y la independencia de poderes
invasores.
Referencial es en este sentido en África, la figura de Kwame Nkrumah,
quien lideró la independencia de Ghana del poder británico, en la
estela de la descomposición formal de aquel imperio luego de la segunda
guerra mundial. Nkrumah había generado conciencia y movilización
ciudadana con su “acción positiva”, que consistía en huelgas, boicots,
revueltas y protestas masivas contra el gobierno extranjero. En 1951,
pese a estar en prisión, vence abrumadoramente en las elecciones
convocadas por el gobernador británico, logrando el auto gobierno en
1954 y la independencia en 1957. En 1960, al constituirse en república –
siempre bajo el liderazgo de Nkrumah – Ghana se escinde definitivamente
de la tutela británica.
Del mismo modo, Finlandia hizo gala de la eficacia de la no violencia
activa, resistiendo la rusificación que pretendía imponerle el zarismo
hacia fines del siglo XIX. Durante cinco años los representantes
oficiales se negaron a poner su firma en los papeles oficiales como
exigía la ley. Los jueces no tenían en cuenta las nuevas leyes
promulgadas ni las instrucciones recibidas. Los padres cerraban los ojos
ante las convocatorias para que sus hijos asistieran a las clases de
ruso. Una sociedad patriótica secreta fue fundada para redactar
peticiones, para organizar manifestaciones de protesta y para ayudar
legal y materialmente a los finlandeses que tuvieran que emigrar o
escapar del llamamiento a filas. Todo esto se organizó sin que las
autoridades finlandesas hiciesen nada para oponerse. Los profesores
recomendaban abiertamente a sus alumnos la resistencia pasiva. Los
pastores luteranos predicaban audazmente en público y apremiaban a sus
feligreses a que se pusieran al servicio de la causa nacional. dos entre
obreros tanto agrícolas como industriales, y estaba muy bien
organizado. Finalmente, luego de una serie de auto atentados concebidos
como forma de provocación y desprestigio hacia el movimiento no
violento, el movimiento obrero dio la estocada final al régimen de
ocupación. En 1905, estando Rusia debilitada por la victoria japonesa en
la guerra que los enfrentó, el partido socialista convocó la huelga
general que fue masivamente seguida por el pueblo. Todo se paralizó y
entonces el gobierno del zar tuvo que dar marcha atrás y restauró un
gobierno finlandés constitucional con un nuevo Parlamento elegido por
sufragio universal, donde incluso las mujeres pudieron ser elegidas.
Un hecho similar se registró en Hungría hacia 1867, donde el político
Franz Déak lideró la no colaboración con el emperador Francisco José I
en el transcurso de la guerra entre la corona austríaca y Prusia. Ante
la amenaza de una rebelión generalizada animada por el fuerte
sentimiento nacional húngaro, que unos veinte años antes había sido
sofocada a sangre y fuego, la monarquía capituló obteniendo Hungría su
autonomía de gobierno
Numerosos han sido también los aportes de la no violencia activa en
la resistencia contra las dictaduras. Un caso poco conocido es el
derrocamiento del dictador Hernández Martínez, quien gobernó
ilegítimamente El Salvador entre 1931 y1944. En ese lugar también una
huelga general de la sociedad civil, coronada con una manifestación
cercana a las 40.000 personas, obligó al militar a deponer su cargo.
Incluso las Fuerzas Armadas pudieron producir transformaciones no
violentas, como aquella célebre Revolución de los Claveles portuguesa en
1974, en los estertores del tremendo autoritarismo del Estado Novo de
Antonio Salazar, muerto algunos años antes. Aquella justa sirvió también
de manera directa a la culminación de las guerras coloniales en Angola y
Mozambique.
Incruenta fue también la revuelta islámica de 1979 contra Reza
Pahlevi, quien había gobernado tiránicamente el Irán hasta aquella
revolución gestada desde las mezquitas y sus mullahs. Lamentablemente
allí, la intolerancia y nuevamente la violencia – aunque de un signo
diferente – se hicieron con el control.
Conocida mundialmente es la resistencia que ofrecieron las Madres de
Plaza de Mayo en plena dictadura militar, acción ejemplar con plena
vigencia en la memoria del pueblo argentino. Como así también la
resistencia activa contra la dictadura pinochetista en Chile o aquel
sindicalismo de Solidarnosc que comenzando en un astillero polaco llevó
en pocos años a la presidencia a Lech Walesa – por supuesto con el
beneplácito y apoyo de la iglesia católica y el mundo occidental
interesado en romper la influencia soviética.
Hoy la No Violencia se ha transformado en la práctica política
indiscutible de los grandes movimientos sociales. Basta recordar cómo el
pueblo logró remover a H. Burguiba en Túnez luego de la autoinmolación
desesperada de un joven vendedor ambulante, cómo mujeres y jóvenes se
atrincheraron en la plaza Tahrir, logrando dar fin a los treinta años en
el poder de Hosni Mubarak; cómo estudiantes y jóvenes colmaron
repetidas veces el Zócalo en ciudad de México protestando con la
consigna YoSoy132 contra el fraude y la impudicia de políticos y medios
de comunicación corruptos, cómo los paraguas amarillos se desplegaron en
el distrito financiero de Hong Kong ante la aterrada mirada del Comité
Central del partido comunista chino; cómo los jóvenes brasileros
exigieron transporte gratuito y reformas del sistema político, cómo la
Plaza Sol en Madrid transformó la imagen de que ya nada podía hacerse
contra la tecnocracia regente en Europa, cómo Turquía fue estremecida
por una protesta en la plaza Taksim, cómo en Chile, en Estados Unidos,
en Colombia, en Israel, en Bahréin y en tantos otros lugares, la gente
comenzó a alzarse y a marchar por y con dignidad.
Como dice el manifiesto #Acampadasol del 7 de Agosto 2011:
“La no-violencia permite expresarnos de muchos modos en la calle:
circular y detenernos, conversar con la policía o gritarles “vergüenza”,
manifestar rabia pero también alegría, hacer fuerza de nuestra
fragilidad, romper con lo previsible, lo que esperan de nosotros. La
no-violencia permite expresarnos a muchos y distintos: hombre y mujeres,
jóvenes y mayores, con papeles y sin papeles, valientes y cobardes.”
Tal ha sido el desarrollo de la no violencia, tal el reconocimiento
de su validez moral, que las Naciones Unidas han declarado al 2 de
Octubre, natalicio de Mahatma Gandhi como Día Internacional de la No
Violencia.
Por su parte Silo, en una arenga dada en 1969 en el paraje montañoso
de Punta de Vacas, amplió el concepto de violencia, explicando sus
diferentes manifestaciones no sólo en su modalidad física sino también
en el ámbito económico, racial, religioso, psicológico y moral. Aquella
inspiradora proclama dio origen a una corriente de pensamiento y acción
llamada Nuevo Humanismo y a un Mensaje espiritual. Tanto en el
Movimiento Humanista como en las comunidades surgidas en torno al
Mensaje de Silo, vibra la práctica de un modo de vida no violento.
A fines del 2009 aquel movimiento logró poner en pie la primer Marcha
Mundial por la Paz y la No Violencia, que con la adhesión de millones
de personas y cientos de organizaciones recorrió el mundo entero para
dar voz a los que no tienen voz, denunciando al militarismo, las
invasiones, el armamentismo nuclear y convencional, manifestando el
derecho humano a una vida no violenta y proclamando el camino de los
nuevos tiempos.
La No Violencia activa no es sólo un modo de acción y transformación
social. Es, sobre todo, una postura ética de rechazo a toda forma de
violencia expuesta o larvada, una sensibilidad humanista, una actitud
cotidiana solidaria y de abierta comunicación hacia los demás.
¿Cuál es el futuro de esta joven historia?
Entre sus notables aportes, Silo comenta en el libro Apuntes de
Psicología: “Es posible considerar configuraciones de conciencia
avanzadas en las que todo tipo de violencia provocará repugnancia con
los correlatos somáticos del caso. Tal estructuración de conciencia no
violenta podría llegar a instalarse en las sociedades como una conquista
cultural profunda. Esto iría más allá de las ideas o de las emociones
que débilmente se manifiestan en las sociedades actuales, para comenzar a
formar parte del entramado psicosomático y psicosocial del ser humano.”
Hacia allá vamos. Ojalá lleguemos pronto.
viernes, 2 de octubre de 2015
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