domingo, 12 de abril de 2009
PARA LLEGAR A LA PAZ HAY QUE PRACTICAR LA NO-VIOLENCIA.
El signo distintivo de estos tiempos tiene la impronta de la violencia. Aquí y allá se manifiesta cada día: en el trato intrafamiliar, en las relaciones laborales, en los conflictos entre naciones… Pero no sólo es la agresión física, es la violencia económica a través de la desigualdad y la explotación; es la violencia racial que excluye y margina; es la violencia política llevada al totalitarismo y la manipulación sicológica.
La guerra es el caso extremo. Y ante esa contingencia la conciencia de los pueblos enfrenta el desafío de profundizar el camino de la confrontación, afirmando los particulares argumentos de cada bando, o poner en la cumbre de su escala de valores la vida y la libertad humana.
“Se están desatando situaciones de extrema violencia en el mundo entero, cada vez más difíciles de detener. Tenemos que cambiar la atmósfera psicosocial en la que estamos inmersos”, dice el escritor humanista chileno Tomás Hirsch, y afirma “Sólo una conciencia no violenta podrá detener la violencia y si esa conciencia hoy es pequeña tendremos que hacerla crecer”.
Entonces aquello que se opone verdaderamente al desastre es “la no-violencia”. La “no-violencia” es una actitud frente a la vida cuya característica fundamental es el rechazo y el repudio a todas las formas de violencia. Los antecedentes históricos más conocidos encuentran a las figuras de Leon Tolstoi, M. K. Gandhi y Martin Luther King, como precursores ejemplares y más conocidos de la lucha no-violenta frente a la violencia instituida. Pero hoy mismo, son miles los ejemplos de acción no-violenta que se llevan a cabo en todo el mundo, en los diferentes niveles de la acción social, donde individuos, instituciones y organizaciones trabajan con el objetivo de denunciar y erradicar diferentes expresiones de violencia en la sociedad e impulsar la paz
“Deberíamos hacer un esfuerzo por comprender que no nos tenemos que dejar llevar por los irracionales de ambos bandos, aunque nos expliquen su violencia con los argumentos de la irracional lógica de la guerra”, recomienda reflexivamente Guillermo Sullings, vocero del humanismo en la Argentina.
Es mucho lo que hay que transformar para superar la violencia en todos sus aspectos: la violencia física, la violencia racial, la violencia sicológica, la violencia religiosa, la violencia económica, para poner en marcha un definitivo proceso de cambios y para llegar a tiempo con las soluciones, es prioridad número uno desactivar la bomba de tiempo que hoy está a punto de estallar.
Y para desactivar esa bomba de tiempo, es imprescindible comenzar ya mismo con el desarme nuclear de todos los países que poseen ese tipo de armas, y es condición necesaria el inmediato retiro de las tropas invasoras de los países ocupados.
Para llegar a la paz hay que practicar la no-violencia.
Autor: Jorge Nuñez Arzuaga.
Fundador de Club Moebius, adherente a la Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia .
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