lunes, 21 de julio de 2008

TERMINÓ EL DEBATE PERO NO EL PROBLEMA.


Columna de opinión.
Jorge Nuñez



Se terminó la discusión por las retenciones móviles pero no se resolvió el conflicto sobre la redistribución de la riqueza.


Con esa formidable pericia que tienen los medios masivos de comunicación para manipular a la mente débil, instalan y desinstalan los “grandes temas nacionales” como si fueran programas en su computadora: ahora vendrá elcampo2.0 o, en todo caso, biodiesel-explorer para navegar el capitalismo a máxima velocidad. Allí van muchos consumidores de noticias repitiendo lo que (luego de una suficiente exposición diaria de rayo catódico) se ha convertido en “opinión pública”; y la cantidad legitima la maniobra: tantas moscas no pueden estar equivocadas.
Una buena operación de prensa es imprescindible en la formación de condiciones que influyan en las creencias del espectador primero, y en los comportamientos del público después. Es un método viejo pero actualizado y resignificado: “el hombre moderno está asombrosamente dispuesto a creer” decía Mussolini; y su partner ideológico publicó “la propaganda debe limitarse a una pequeña cantidad de ideas repetidas siempre. La masa sólo recordará las ideas más simples cuando le sean repetidas centenares de veces…” (Hitler en Mein Kampf). El arsenal psicológico de los dictadores fascistas puede desplegarse en diferentes soportes en el momento preciso. Y el poder lo pueden ejercer con las leyes del Gobierno formal o con las leyes del Mercado cuando aquellas se le oponen. A tal punto puede persuadir al desprevenido, que éste es capaz de tomar decisiones aún en contra de sus propios intereses vitales (apoyar un golpe de estado que termine en genocidio; una guerra suicida; una política que destruya la industria nacional y entregue los recursos naturales; una economía al servicio de la concentración y la injusticia).
Hay un componente cultural que acompaña: se montan valores que justifiquen el discurso. De allí deriva una forma de mostrar las cosas y ponerlas en escena. Si el Estado interviene en la renta de quien obtiene ganancias extraordinarias, se dirá que los impuestos son “confiscatorios”; si un vecino no paga el ABL, es un “irresponsable sin formación cívica”.
Un diputado electo por un partido de la oposición es un “oportunista y traidor” si anuncia en conferencia de prensa que se pasa al oficialismo; un político que no cumple con el compromiso por el cual fue elegido y vota en contra del programa económico del gobierno al que pertenece pasa a ser “coherente y valiente”.
Si una mujer llega a Presidente y tiene actitudes a veces enérgicas y otras distendidas, padece de “trastorno bipolar”; si otra mujer pretende liderar la oposición con propuestas mesiánicas y delirio místico, tiene “una profunda visión y fe”.
Si un ex presidente opera con propios y extraños para imponer sus criterios políticos es “un demócrata”; si otro ex presidente moviliza su militancia para apoyar a sus legisladores es “un autoritario que no deja gobernar y presiona a los suyos”.
Un dirigente que promueve el corte de rutas para reivindicar su bolsillo y las arcas de su sector, es “un líder social”; un trabajador que reclama por su empleo o la registración laboral es “un piquetero o un holgazán”.
Los que van a un acto sin entender los contextos, sus causas y consecuencias, son “gente honesta y espontánea”; los que se comprometen y se forman ideológicamente “van porque les pagan y son clientes de los planes sociales”.
Defender el derecho de propiedad es “hacer patria” y asegurar “el futuro de las próximas generaciones”; defender los derechos humanos de los sectores marginados y de las víctimas de la violencia es “mirar al pasado y ser revanchista”.
Como los dueños de los medios de comunicación son también dueños de los medios de producción, el circuito se retroalimenta y se expande en el planeta imperio. Un denso anillo de asteroides (periodistas, empresarios, gobernadores, senadores, inversionistas) orbita pulcramente funcionales al sistema.
Parece necesario establecer ciertos mecanismos de análisis, un método y categorías de pensamiento que permitan desarrollar una mirada crítica para aportar algo nuevo a nuestros grandes debates.
Si se logra discernir o, en términos más propios del momento, “separar la paja del trigo”, seguramente otros serían los consensos.

EL TEMA DE FONDO: LA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA.

La pulseada Gobierno vs. Campo (título que impuso, precisamente, un multimedios) significó una sonora derrota política no sólo para el oficialismo sino para el conjunto de la sociedad. Quedó demostrado que el Estado no puede cruzar la raya que le impone un sector económico, y que éste suma como aliados coyunturales a vastas capas de la población, dándole con esto un fuerte respaldo a las expresiones de centro y derecha (desde el progresismo reformista hasta el conservadurismo extremo, incluyendo una parte de la izquierda intransigente que difícilmente pueda obtener algún rédito más allá de sus quince minutos de fama).
Si los que más ganan no están dispuestos a tributar más, ¿cuál es la riqueza que se puede redistribuir? La derogación de la Resolución 125 terminó la discusión por las retenciones móviles, pero no resolvió el conflicto.
El Gobierno deberá decidir si agrupa fuerzas y contraataca haciendo cambios en el gabinete; combatiendo la inflación y dándole credibilidad a los datos del Indec; construyendo las viviendas populares, hospitales y caminos rurales que anunció; fortaleciendo el bloque regional; convocando con decisión, pluralidad y grandeza al Pacto del Bicentenario, o acuerda con los grupos de presión y recompone la imagen con medidas cosméticas “políticamente correctas”. Si hace bien los deberes los medios volverán a darle una oportunidad y explicarán por qué no se puede aumentar los salarios y jubilaciones, por qué se deben actualizar las tarifas de los servicios y cómo impactan positivamente en los mercados los lineamientos de una gestión que nos ha convertido en un país agroexportador.
En este último caso, la disputa será Gobierno vs. Campo nacional y popular, pero –paradójicamente- esta vez los medios de comunicación masiva estarán ocupados informando sobre otras cosas.

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